Brasil: Editorial del Periódico Estudiantes del Pueblo número 23

Compartimos una traducción no oficial del Editorial de la nueva edición del Jornal Estudantes do Povo, que se publicó en conmemoración del Día del Estudiante Combatiente (28 de marzo).

Elevar la protesta popular contra los ataques que privatizan la educación pública gratuita

En 2022, durante la campaña electoral en varias ocasiones Luiz Inácio destacó que el presupuesto no sería un problema para la educación pública, hinchando el pecho al decir que el “apagón científico” promovido por el gobierno militar genocida de Bolsonaro y los generales terminaría. Cuando en el segundo semestre de 2022 se profundizaron los recortes presupuestarios a la educación, y como consecuencia se incrementó la lucha en el movimiento estudiantil, este discurso electoral cobró aún más fuerza como justificación para frenar la movilización popular bajo el engañoso argumento electoral de que “el nuevo gobierno lo resolvería” y la mentira de que “protestar en este momento incitaría a la ultraderecha”. De hecho, en varias universidades los dirigentes del viejo movimiento estudiantil propusieron parar todo para que los estudiantes pudieran dedicarse a hacer campaña por la coalición derechista Lula-Alckmin.

Curtido en las batallas contra las políticas privatizadoras envueltas en papel mojado del gobierno del oportunismo desde 2002 hasta mediados de 2016, 13 años y medio siguiendo estrictamente las directrices de la “reforma educativa” del Banco Mundial/FMI, aunque a cuentagotas, el nuevo movimiento estudiantil se mantuvo en combate durante todo este período, dirigiendo, participando y apoyando importantes huelgas de ocupación, incluso durante el período electoral, denunciando y desenmascarando este discurso inmovilista del oportunismo, mostrando que el único camino para la lucha estudiantil es a través de la independencia y la combatividad.

En 2023, bastó poco tiempo para implementar la criminal “Nueva Enseñanza Media (NEM)” para que la chispa se extendiera por todo el país, con amplias movilizaciones, donde el nuevo gobierno, junto al oficialista União Nacional dos Estudantes (UNE)/União Brasileira dos Estudantes Secundaristas (UBES) buscó paralizar la lucha para realizar una “consulta pública” sobre el tema. Hicieron todo lo posible para evitar que se desarrollara una nueva ola de huelgas en las escuelas secundarias, haciendo frente con gobernadores de derecha/extrema derecha, boicotearon manifestaciones, hicieron sucesivos discursos en defensa de una “supuesta modernización de la educación” en connivencia con la bochornosa propuesta de “reforma” hecha por el Ministerio de Educación (MEC), y al final buscaron apelar una vez más al discurso de que “no era momento de protestar para no incitar a la extrema derecha”. Y cuando se vieron incapaces de detener las importantes huelgas de ocupación de las escuelas y universidades ese año, comenzaron a condenar la táctica en su conjunto, diciendo que estaban a favor de la “parada” pero no de la “ocupación”, ya que esa era una táctica de los ¡¿“maoístas”?!…

Como si no bastara la vergonzosa posición del gobierno de coalición reaccionario de Luiz Inácio sobre la NEM y su engañosa “reforma de la reforma”, la Ley de Marco Fiscal, dando continuidad a la misma política de austeridad económica del gobierno Bolsonaro, se dio un nuevo paso en el ataque a la educación pública gratuita. Además de los recortes de gastos, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) pasó a financiar proyectos PPP (Asociaciones Público Privadas) en las más diversas áreas, incluyendo la “concesión” de escuelas públicas a empresas privadas, como se vio en la subasta realizada por el fascistoide Tarcísio de Freitas en São Paulo.

Fue en esas condiciones que se desencadenó la Huelga Nacional de los trabajadores de la educación en 2024, donde el MEC se negó tajantemente a reunirse con los huelguistas, tratando el tema como si fuera solo un “problema presupuestario”, que no tendría ajuste alguno ya que perjudicaría las “cuentas públicas”, un discurso reaccionario de la oligarquía financiera local e internacional que recibe cuantiosos recursos de los gobiernos de turno del viejo Estado, mientras condena cualquier tipo de beneficio que sirva a los intereses de los trabajadores y las trabajadoras. También tuvo lugar una de las más importantes luchas recientes del movimiento estudiantil universitario, la victoriosa ocupación de los estudiantes de la UERJ contra la AEDA, en la que durante 57 días los estudiantes levantaron en alto la bandera en defensa de la educación pública, gratuita y al servicio del pueblo, de la democracia y de la autonomía universitaria, desenmascarando completamente a la rectoría “progresista” del PT y del PSOL (Gulnar Azevedo y Bruno Deusdará). Contra la privatización de las escuelas estatales, los estudiantes salieron a las calles de Paraná, invadiendo incluso la Asamblea Legislativa del estado. En São Paulo, tuvieron lugar varias movilizaciones contra la privatización y militarización de las escuelas, así como contra la NEM, teniendo como punto culminante la ocupación combativa de estudiantes secundarios de la escuela estatal Antônio Ablas, en la ciudad de Santos, que salió victoriosa a pesar de la más brutal represión.

El año 2025 se inició con la ocupación de la secretaría de educación de Pará, realizada por varios pueblos indígenas contra la criminal Ley 10.820/24, aprobada con apuros, en la última sesión de la cámara legislativa estatal a finales de 2024. Esta Ley extinguió el Some (Sistema de Organización Educativa Modular), y también su extensión el Somei (Sistema de Organización Educativa Modular de los Pueblos Indígenas), responsable de llevar la educación secundaria presencial a las comunidades indígenas. La ocupación resultó victoriosa y la ley fue revocada por completo, derrotando este vergonzoso intento de implementar la educación a distancia. Esta lucha demostró, una vez más, que la táctica de la huelga de ocupación es la forma más avanzada de lucha en defensa de la educación pública gratuita.

Todas estas luchas recientes muestran que no hay otra manera de detener los sucesivos recortes presupuestarios y los ataques privatizadores que la movilización activa, especialmente a través de la táctica de la huelga de ocupación. Los que acusan a las movilizaciones de incitar a la extrema derecha, oportunistas inmovilizados del viejo movimiento estudiantil que hablan mucho de defender la democracia y contra el fascismo, pero se comportan como cobardes y pusilánimes que temen tanto al fascismo como a la radicalización de las masas estudiantiles, y pretenden transformar las organizaciones estudiantiles en meros apéndices gubernamentales de las políticas privatizadoras del MEC.

Lo que realmente agita y alimenta a la extrema derecha es transferir miles de millones de reales al latifundio a través del plan Safra, cero fondos para el “programa de reforma agraria”, permanecer en silencio ante la acción terrorista de las hordas paramilitares bolsonaristas de “Invasão Zero”, mientras se realizan sucesivos recortes a la salud, la educación y a beneficios sociales como el BPC; es aplicar la política reaccionaria de “ajuste fiscal”, mientras se transfieren miles de millones del BNDES a la gran burguesía, al latifundio disfrazado de “agronegocio” y al imperialismo, financiando privatizaciones y proyectos vendepatria de todo tipo.

No hay verdadera lucha contra la extrema derecha y el fascismo sin movilizar a las masas en la lucha revolucionaria, especialmente cuando aquellas movilizan a las masas. La extrema derecha vive y se alimenta no de la revuelta popular, como pretenden hacernos creer los oportunistas, sino de la represión de toda protesta popular, máxime cuando las luchas espontáneas se transforman en rebeliones conscientes contra el viejo orden de explotación y opresión en crisis de dominación, tal como viene siendo la ofensiva contrarrevolucionaria que se arrastra en el país desde hace más de diez años, impidiendo el inevitable levantamiento de las masas, para resolver sus tres tareas reaccionarias de: 1) reestructurar su viejo Estado con la máxima concentración del poder en el Ejecutivo vía un golpe de Estado blanco mediante el desmembramiento de la Constitución vigente o mediante la culminación abierta de un golpe militar; 2) impulsar su capitalismo burocrático y enfrentar la crisis de descomposición que vive el país; y 3) combatir el peligro de la revolución reprimiendo toda protesta popular y adoptando leyes draconianas contra la libre organización y manifestación de las clases trabajadoras.

La elevación de la protesta popular contra los ataques privatizadores y en defensa de una educación pública gratuita que sirva al pueblo es más necesaria que nunca. La educación gratuita, la democracia y la autonomía de la Universidad deben defenderse con uñas y dientes. Debemos seguir planteando, con el gobierno estudiantil, las formas de lucha no solo para defender los derechos que se han logrado, sino para ampliarlos: construcción de viviendas para estudiantes, creación de guarderías en las universidades, pases estudiantiles gratuitos, libre funcionamiento de los restaurantes universitarios, ampliación de la autonomía y democracia universitaria, adopción del cogobierno estudiantil, expansión de los programas de investigación científica, fin del examen de ingreso, etc. El movimiento estudiantil no puede ser rehén del discurso reaccionario de las clases dominantes sobre el ajuste fiscal o de que no hay fondos para esto, de que debemos contentarnos con lo mínimo.

Esto es crucial para las clases dominantes locales y su amo, el imperialismo, que se estremece ante los grandes desórdenes provocados por la crisis general de descomposición del capital monopolista, en la que los mismos viejos provocadores de la I y II Guerras Mundiales amenazan nuevamente con arrastrar al mundo a una nueva y tercera, esta vez con la única superpotencia hegemónica, los EE.UU., el imperialismo yanqui, a la cabeza, como único medio de intentar enfrentar su agonizante crisis, para resolver sus contradicciones internas para ganar la supervivencia bajo una mayor y colosal centralización del capital y aplastar la democracia e impedir la revolución proletaria para así seguir esclavizando a los pueblos del mundo.

Compañeros y compañeras, hagamos del 2025 otro año histórico de lucha para el movimiento estudiantil. Levantando aún más alto la bandera de la heroica Resistencia Nacional Palestina y de la lucha antiimperialista, rechazando todo tipo de discurso conciliador e inmovilista, apoyando resueltamente la revolución agraria en curso, combatiendo junto a las masas contra la extrema derecha y el fascismo, debemos persistir en la lucha para transformar cada vez más las escuelas y universidades en luminosas trincheras de la lucha de clases.

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