AND Editorial – Gobierno oportunista incrementa aparatos fascistas de represión

Compartimos una traducción no oficial del último editorial de A Nova Democracia.

El gobierno de coalición de derecha del sindicalista vendido de Luiz Inácio (PT) prepara un decreto para incluir al alcance de la Cámara de Relaciones Exteriores y Defensa Nacional del Consejo de Gobienro (órgano de asesoramiento a la presidencia de la república) temas como “soberanía nacional” y “terrorismo”. Tal decisión – que está íntegramente alineada a las doctrinas yanquis impuestas a los gobiernos lacayos y serviles que trata de institucionalizarlos – en la práctica, significa que el gobierno tendrá atención especial a tales temas. Participarán eventualmente en estas reuniones los comandantes del Ejército, Marina y Aeronáutica, así como el jefe del Estado mayor junto a las Fuerzas Armadas reaccionarias y el director general de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN).

Lo curioso, que revela una continuidad en la implementación de políticas fascistas, es que tal decreto retoma otro de junio del 2019, del gobierno de Bolsonaro y de los generales con el mismo contenido. Notablemente, la falsa izquierda oportunista lleva adelante lo que la extrema derecha y los golpistas dejaron incompleto.

El lector atento e preguntará: ¿Por qué razón un gobierno que se dice de izquierda, dicho así en el mundo político oficial y por los monopolios de prensa, pondría en marcha políticas así llamadas “anti-terroristas”, cuando nadie, a no ser la extrema derecha, alardea de la existencia de terrorismo en Brasil? La existencia de “terrorismo” en Brasil solo se admite por la extrema derecha, es un recurso utilizado para condenar los movimientos populares combativos, particularmente de la lucha por la tierra, y nada más que eso. Veamos: en 2021, Jair Boslonaro, cuando era presidente, calificó a la Liga de los Campesinos Pobres (LCP) como “terrorismo que comienza en el campo y con certeza va a llegar a las ciudades”, “aún más peligroso que el MST” y él declaró la guerra y liberó un gran presupuesto destinado a que el gobierno de Rondônia y a los latifundistas movieran la operación criminal de guerra llamada “Operación Nova Mutum” y al incremento de grupos paramilitares en la región. Actualmente la Policía Militar de Rondônia, bajo el comando de un sinvergüenza de extrema derecha, la LCP está acusada de ser una “organización criminal”, “guerrilla” y “terrorismo” y actúa para combatirla así, a pesar de admitir que esto es contrario a la ley. Así, cuando el gobierno decide incrementar los aparatos de represión fascista contra un “terrorismo” que sólo existe en las acusaciones de extrema derecha contra el movimiento campesino democrático-revolucionario, él decide objetivamente golpear la lucha popular demostrando concordar y hacer coro con aquella extrema derecha en las acusaciones al movimiento campesino. No hay duda de que los oportunistas merecen hundirse todos juntos en la extrema derecha, sin ninguna misericordia de las masas pobres en lucha, que no deben socorrerlos en el futuro, cuando la crisis hundirá su gobierno. Al emprender tal camino, de incremento de los aparatos fascistas de control y represión a la lucha popular combativa e independiente, solo fortalecen a la propia extrema derecha.

***

Aquel decreto, en sí mismo ya muy representativo, no está aislado. Recientemente, el Ministerio de Justicia de este mismo gobierno presentó un borrador de un proyecto de ley “antifacciones”, que establece un endurecimiento aún mayor de las leyes penales. El resultado es enteramente predecible.

Por un lado, encarcelamiento en masa de la juventud pobre y negra, fortalecimiento a través de esto de los grupos que se estructuran en las cárceles para resistir a sus condiciones medievales e infrahumanas y que aumentan los problemas que afirman querer combatir: los asociados a estos grupos en el sistema penitenciario se vinculan aún más a prácticas delictivas una vez fuera de él, agravando la crisis social, el aumento de los índices de delincuencia y criminalidad que azotan a la sociedad brasileña, que se potencia como consecuencia de tales medidas, a su vez, justificando otras aún más draconianas, y en una espiral infinita. Las bases de la criminalidad, incluso en sus formas más desarrolladas, no son otras que la pobreza crónica y galopante, en medio de las injusticias y opresión más flagrante en las que sobrevive la inmensa mayoría de nuestro pueblo, reflejo de un capitalismo burocrático cruel que niega a una parte de las masas, incluso, el derecho a sobrevivir bajo explotación. Este es el fondo de la cuestión.

Por otro lado, estas mismas leyes, legitimadas para “combatir el crimen”, serán ampliamente utilizadas contra el movimiento popular y revolucionario, ya que se empieza a considerar un delito “control de ciudades y territorios”, un criterio subjetivo que pronto se aplicará a los protestas multitudinarias en las grandes ciudades y a la lucha por la tierra en el campo, como si no fuera suficiente la existencia ya de legislación punitiva como la Garantía de la Ley y del Orden (GLO), “Ley Antiterrorismo”, Estado de Emergencia y de Sitio.

El gobierno oportunista, con miras a la reelección de Luiz Inácio en 2026, sabiendo que hay un verdadero pánico entre la pequeña burguesía con el aumento de la criminalidad, impulsa tales proyectos buscando activos electorales, además de disputar por el público reaccionario de la derecha, demostrando que puede hacer lo mismo que la derecha y la extrema derecha en esta cuestión. No importa si esto va a agravar los propios índices de criminalidad, la crisis social, la represión a los movimientos populares: mientras que proporcione votos, y rompa la lucha popular clasista e independiente, es un buen negocio. Sin embargo, es como vender el alma al diablo: por más que se esfuerce en incrementar el aparato de represión fascista, el oportunismo nunca podrá superar, en este aspecto, a la extrema derecha, que siempre se presentará más extremista en lo que respecta a la represión de las masas como solución para escenarios de crisis. Al incrementar tales medidas y pasar a sus propias bases de oportunismo y electoralismo la idea de que la represión de las masas es la respuesta a las crisis, el oportunismo solo prepara el terreno ideológico y político para que el fascismo las asalte en su conciencia, y pronto, las arrebate más adelante desde el punto de vista electoral.

Está claro que para los demócratas y revolucionarios, solo resta combatir y denunciar tales medidas y propagandizar la creciente lucha popular revolucionaria en el país: es en ella donde se confrontan, de hecho, la tendencia al fascismo de las tropas oficiales y paramilitares bajo el mando de la extrema derecha, por un lado, y las masas populares luchando por su derecho sagrado a la tierra, los “terroristas” y “guerrilleros”, como son acusados abiertamente por la extrema derecha y en las conversaciones de pasillo de la falsa izquierda y oportunistas. Juegan con fuego, pues la Historia es abundante en pasajes como estos, en los cuales, al final, las llamas se vuelven contra quienes las encendieron. ¡Quien siembra vientos cosecha tempestades!

Previous post Event for the Anti-fascist Liberation Struggle in Linz, Austria
Next post The Political Prisoner Sanjoy Deepak Rao Initiates Hunger Strike