
Las remesas, otra consecuencia más de la explotación imperialista
Imagen de cabecera: inmigrantes enviando dinero. Fuente: CLAUDIO ÁLVAREZ
Todos los datos lo confirman: las remesas enviadas por inmigrantes desde los países imperialistas a sus países de origen se sitúan en récord histórico y se espera que sigan aumentando durante los próximos años. Según el Banco Mundial, las remesas enviadas a los países de América Latina y el Caribe han aumentado en un 5% en 2022, el último año con los datos completos. Esto supone un total de 626 mil millones de dólares estadounidenses enviados desde los países imperialistas a los países semicoloniales y semifeudales. Aunque todavía no hay cifras oficiales, se estima que en 2023 volvió a aumentar la cifra. Dilip Ratha, economista jefe en Macroeconomía y Gestión Fiscal del Banco Mundial, espera que en cinco años “los factores subyacentes que impulsan las remesas seguirán creciendo. Podríamos ver que las remesas alcancen el billón de dólares en un futuro previsible”. Según los datos del Banco Mundial, calculaban en junio de 2023 que las remesas de dinero enviado serían de alrededor de 656 mil millones de dólares, un 4,57% más que 2022.
Este aumento de las remesas que los extranjeros realizan a sus familias en sus países de origen muestra la agudización de la contradicción entre los países imperialistas y los semicoloniales y semifeudales. Para que se dé más envío de dinero se necesita que haya dos condiciones: que los extranjeros tengan trabajo en el país y, además, que las condiciones de vida del país del que provienen sean cada vez peores para el pueblo. Es decir, que el alza de las remesas indica que cada vez más las familias en países de América Latina o el Sudeste asiático dependen más de que miembros de su familia se trasladen a un país imperialista y les envíen dinero, ya que cada vez más, sólo con los ingresos en estos países el pueblo no puede sobrevivir. Los datos confirman que durante la mal llamada crisis de la “Covid-19”, cuando se perdieron muchos empleos en los países imperialistas, las remesas bajaron drásticamente, pero en cuanto los inmigrantes volvieron a trabajar, este tipo de transacciones aumentó drásticamente a pesar de la baja cantidad de salario percibido.


Según directivos de las propias empresas de transferencia de dinero: “Las remesas son una línea de vida que se extiende desde los países desarrollados a los países en vías de desarrollo y sirve para que se mantengan las personas en los países que las reciben”. Y así lo confirman los miles de testimonios de familias en esta situación, en el que el dinero recibido se destina a alimento, ropa y otros bienes necesarios, como juguetes. Pero a causa de la inflación y de la profundización de la crisis económica del imperialismo, la cantidad de dinero que se tiene que enviar es cada vez mayor y se necesita más cantidad de dinero para poder comprar los mismos bienes. Por ejemplo en México, uno de los países con mayor recibo de remesas, el precio de los productos básicos ha aumentado drásticamente, un 13,7% de media según los datos del año pasado en comparación a 2022, año en el que también hubo un incremento muy grande de los precios de los productos básicos, que aumentaron casi un 30% desde 2018.

En muchos países semicoloniales y semifeudales, estas remesas suponen un alto porcentaje en su Producto Interior Bruto (PIB), lo que supone que un porcentaje de la economía de estos países, principalmente de las familias, se sustenta por la emigración del pueblo hacia los países imperialistas. Según los datos del Banco Mundial, el porcentaje de las remesas en el PIB de India, país más poblado del mundo, es del 3,26%, en Filipinas del 2,24% y en Pakistán del 22,76%. En los países africanos destacan Egipto, donde representa el 5,94%, Marruecos 8,53% y Somalia el 16,65%. En países sudamericanos, esto supone para Ecuador del 4,13%, en Colombia 2,75% y en Bolivia el 3,31%. En América Central un país como México, con más de 126 millones de habitantes, las remesas suponen el 4,17% del PIB, y en los países vecinos de Nicaragua y Honduras es del 20,59% y el 26,75% respectivamente.

Haciendo una comparativa con el resto de sectores económicos, en México las remesas son la segunda fuente de ingresos del país, superando a otros sectores como las exportaciones de petróleo, el turismo o incluso al totalidad de la inversión extranjera directa en México, sólo por debajo de las exportaciones de la industria automotriz.

De igual forma ocurre en India, donde el 3,26% de su PIB que representa las remesas supera industrias como por ejemplo la minera y las canteras o el suministro de electricidad, gas y agua y otros servicios públicos.

La enorme cantidad de remesas es una muestra del sometimiento que los países imperialistas ejercen sobre los semicoloniales y semifeudales. El imperialismo no sólo necesita la mano de obra y el robo de recursos para sus megaproyectos industriales, sino que también necesita mano de obra extranjera de los países oprimidos en el propio país imperialista. La fuerza de trabajo en Estados Unidos extranjera supone casi el 20% del total de los empleados, unos 30 millones. En Europa, países como Alemania ha hecho un gran llamamiento de inmigrantes para poder sostener su economía, que en 2022 suponía el 24,3% de su población. En Francia suponen el 10,3% y en Reino Unido, la migración neta se situó en 606.000 inmigrantes. En el Estado español durante 2022 había unos 5,5 millones de personas extranjeras, de las cuales 880.000 era de origen marroquí.
Esta mano de obra es muy importante para los países imperialistas pues se destina a los sectores más precarios e imprescindibles de la economía. Según economistas, una de las razones de que India sea el país que más reciba remesas por “Los flujos de remesas de la India son impulsados principalmente por la fuerte demanda de mano de obra para el sector de la construcción en las potencias petroleras árabes como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar”. En Estados Unidos, el 37,6% de todos los obreros que trabajan en la construcción son extranjeros, destacando también pintores (45,1%) y techadores (46,3%). Cifras similares se repite en el resto de los países imperialistas.
Estos trabajos suponen un alto riesgo en la peligrosidad, suponiendo un sector con un alto porcentaje de mortalidad y accidentes laborales. Sin embargo, la patronal se aprovecha de las condiciones de vida de estos inmigrantes, que muchas veces no cuentan con los permisos legales, y la necesidad que tienen de encontrar trabajo para poder enviar dinero a sus familias. Tal es la necesidad que muchas veces, incluso en los trabajos más peligrosos, como en mataderos, donde se manipula maquinaria peligrosa, se han reportado casos de niños inmigrantes trabajando.
También el sector servicios, de nuevo, un sector muy precario, cuenta con una gran base de trabajadores extranjeros. Muchas veces las condiciones son por debajo de las legales en el país (salario demasiado bajo y muchas horas de trabajo). Pero entre ellos, el que más sobresale es el de las mujeres cuidadoras de personas mayores y niños. Estas mujeres, que dejan sus países de origen, muchas veces incluso a sus hijos, se ven forzadas a emigrar para poder enviar dinero a sus propias familias. Tienen que dejar de cuidar a sus familiares y niños para tener que ganarse la vida cuidando a personas en los países imperialistas. Estos trabajos suelen ser de “trabajo en negro”, es decir, sin contrato y por tanto sin paro en caso de despido o sin vacaciones. Este tipo de trabajo, completamente feminizado, tiene un gran impacto para las mujeres de la pequeña burguesía de los países imperialistas, ya que al delegar las tareas reproductivas del hogar en las mujeres migrantes, esto les permite mejorar su nivel de vida a un coste muy bajo mediante la explotación de la mujer obrera.
Pero también existe otra ventaja para las clases dominantes. No sólo se explota a los obreros inmigrantes y se aprovecha de su situación, sino que además se utilizan como un arma ideológica de la burguesía para poder dividir a la clase obrera. Ante las crisis cíclicas del imperialismo, la burguesía y sus representantes, los Estados, culpan a la clase obrera migrante por “robar” trabajo a los obreros nativos. Esto no sólo evita poner el foco en el verdadero problema, la profundización de la crisis global del imperialismo, sino que además es un obstáculo para la solidaridad internacional y la unión de toda la clase. Por toda Europa, los movimientos más reaccionarios atacan a los inmigrantes por las profundas crisis del sistema, ya sea en Alemania, Francia, Italia, Reino Unido o en Estados Unidos, y plantean políticas de deportación contra los “ilegales” llevando el chovinismo nacional por bandera. Sin embargo, no pueden llevarlas a cabo, o no tanto como declaraban, puesto que saben que estos obreros son fundamentales para la economía del país.
Ante la agudización de la crisis imperialista mundial, que no sólo roba recursos y oprime a los países semifeudales y semicoloniales, sino que también roba mano de obra de estos países para poder mantener las economías de los países imperialistas, es necesario aumentar la solidaridad internacional y contraponerla al chovinismo nacional.